¿Qué es la ansiedad?

Podemos decir que es una señal, un modo en que algo se manifiesta cuando aún no encuentra palabras. Una inquietud que aparece sin causa clara, sin aviso, a veces sin nombre. Se siente en el cuerpo, en el pensamiento.

Puede vivirse como una aceleración constante, una urgencia sin dirección, una espera tensa de algo que no llega. El cuerpo se agita, la respiración se acorta, el tiempo parece volverse insoportable. Es difícil estar en calma, incluso cuando todo parece estar bien.

No siempre hay una causa visible. A veces aparece al despertar, otras en medio de lo cotidiano. No avisa, pero deja huella.

Decir “tengo ansiedad” se ha vuelto común. Es una de las formas más frecuentes en que alguien nombra su malestar emocional. Lo escuchamos en sesiones de terapia online, en conversaciones cotidianas, incluso en redes sociales. Es una palabra que circula, pero ¿qué quiere decir quien la pronuncia?

Pero en psicoanálisis no buscamos catalogar síntomas de ansiedad ni dar soluciones rápidas. Se trata de abrir un espacio, a través de la palabra, donde eso que aparece como ansiedad pueda ser escuchado de otro modo.

¿Por qué este malestar tan frecuente?

La llamada ansiedad muchas veces nombra una experiencia que no encuentra todavía su sentido. Es un modo de decir que algo no anda bien, sin saber bien qué. El apuro, la exigencia, el miedo a no llegar, el malestar sin causa visible… todo eso puede alojarse bajo esa palabra.

En un contexto como el actual —atravesado por exigencias permanentes, incertidumbre y una lógica de inmediatez— no es extraño que cada vez más personas en Argentina consulten por ansiedad. El entorno influye, sí, pero no lo explica todo. Lo singular de cada caso se juega en otro plano: el de la historia, el deseo, la palabra.

La palabra que falta

Muchas veces, lo que llamamos ansiedad no es otra cosa que una forma en la que el cuerpo toma la palabra. Cuando no se puede hablar, el cuerpo lo hace: a través del insomnio, la tensión, la taquicardia, la inquietud constante. Por eso, en lugar de técnicas para suprimirla o tratamientos breves, desde la terapia psicoanalítica —incluso en modalidad online— proponemos otro camino: hacerle lugar.

Porque allí donde algo insiste, incluso con incomodidad, puede haber una vía para preguntarse por el deseo, por lo que no se dice, por lo que no encuentra todavía una forma de ser escuchado.

A veces, lo que llamamos ansiedad no solo se manifiesta en el cuerpo o en la urgencia del tiempo, sino también en los lazos. En lo que se espera del otro, en lo que se le pide al amor. Sobre eso escribimos en otro texto, donde esa misma inquietud se despliega en la escena del vínculo. Te compartimos el link: “Sobre la ansiedad: qué se le pide al amor”.

Tal vez, entonces, la ansiedad no sea el problema a resolver, sino el inicio de un recorrido.

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