El anular
- PsicologosOnlineArgentina
- 30 oct
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 nov

Una joven —cuya vida anterior apenas conocemos— comienza a trabajar en un laboratorio donde las personas llevan objetos profundamente personales para que sean transformados en “especímenes”. El procedimiento no es científico ni artístico: lo que llega allí no se analiza, no se devuelve, no se estudia. Se aloja y se separa del curso habitual de las cosas.
Cada cliente parece traer algo vinculado a una perdida: un resto de una pérdida. Pero nunca se dice en voz alta. La protagonista escucha, anota, acompaña… y también empieza a formar parte de ese universo.
En El anular, la escritora japonesa Yoko Ogawa compone una historia breve y desconcertante que se lee como un sueño espeso y delicado.
Publicada en español por la revista Litoral (al final de la reseña y comentario encontraran el link para descargar la revista), esta novela corta fue leída por Jean Allouch como una prolongación de sus tesis en Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca, un texto que también recomendamos en nuestro blog. Desde allí se comprende su interés clínico: no es solo una ficción inquietante, sino una narración que condensa —desde lo literario— una pregunta central para el psicoanálisis y para nuestra práctica como psicólogos online: ¿cómo se hace un duelo?
Todo en El anular tiene un tono sobrio y contenido. El relato nunca dramatiza ni busca emociones explícitas. Ogawa escribe con precisión clínica: la misma que podríamos encontrar en algunas sesiones de terapia online, donde lo que se insinúa vale más que lo que se dice. En esta historia, lo esencial ocurre por debajo de la superficie. La tristeza no aparece como emoción, sino que se produce una atmósfera inquietante.
Pero más allá de su extrañeza, el relato no gira solamente en torno al objeto, sino al gesto de quien lo trae. Allí donde parecería podria suponerse fijación o melancolía, se abre una escena y un procedimiento donde el desprendimiento es posible. Lo que se ofrece al laboratorio no es un recuerdo, sino un resto que condensa lo que fue para ese sujeto su relación al objeto perdido. Y ese acto de entrega —en apariencia mínimo— marca un punto de inflexión subjetiva.
Desde esta perspectiva, el cuento no es solo una historia inquietante sobre lo que perdemos. Es también una narración sobre lo que puede surgir cuando algo puede desprenderse, cuando el objeto se separa como tal y ya no captura al sujeto. En tiempos donde tantas pérdidas quedan suspendidas, encapsuladas o nombradas como “no elaboradas”, El anular propone otra vía: la del acto, la del desprendimiento, la de una forma posible de subjetivar lo perdido sin tener que rechazarlo ni sustituirlo.
Jean Allouch dedicó un capítulo entero a este relato breve, y lo hizo no para explicarlo, sino porque en él encontró algo que prolonga su manera de pensar la pérdida. Para él, El anular no cuenta una historia de encierro ni de fijación, sino que alli ubica lo que considera fundamental en el proceso de duelo: el acto. Cada persona que llega al laboratorio no busca recuperar lo perdido, sino hacer algo con eso que quedó. Lo entrega, lo separa, lo deja ir de una forma nueva. No hay drama, no hay lágrimas, pero sí un acto silencioso que transforma la relación con lo que ya no está.
Incluso la protagonista —esa joven que observa todo sin intervenir— se va desplazando hasta ocupar un lugar inesperado: el de quien también puede ofrecer algo propio...
El anular no enseña a hacer el duelo. No ofrece respuestas ni consuelos. Pero deja ver, con una delicadeza inquietante, que no todo lo perdido debe ser reemplazado. Que a veces alcanza con hacer lugar. Con dejar ir sin borrar. Con abrir un espacio donde algo se separe, no para clausurarse, sino para permanecer como resto. Ese resto no tiene forma definida, pero se vuelve presencia. El anular nos dibuja una forma de duelo posible con lo que queda como resto de lo que fue... Porque estos desprendimientos — sin promesas— dan lugar a que algo del deseo nuevamente encuentre su causa.
También existe una adaptación cinematográfica bajo el título L’Annulaire, dirigida por Diane Bertrand. Una versión visualmente bella y contenida, que conserva el tono enrarecido y melancólico del texto original. Recomendable para quienes deseen habitar este universo también desde las imágenes.
El cuento completo El anular, en su versión traducida al español, puede leerse en el final del número 34 de la revista Litoral, dedicado al tema “Muerte y duelo”. Este número —publicado por la École Lacanienne de Psychanalyse— está disponible para su descarga gratuita desde el sitio oficial de la revista:
Reseña del libro por Psicólogos Online Argentina