En “Lo que queda de la infancia” editado por Letra Viva, la reconocida psicoanalista Colette Soler, nos ofrece una exploración única y profunda sobre el peso duradero de la infancia en la vida adulta. Desde la perspectiva del psicoanálisis, Soler nos invita a adentrarnos en las experiencias tempranas como algo más que simples recuerdos: son las huellas iniciales de la subjetividad, las primeras palabras, prohibiciones y gestos que forman los cimientos de nuestra identidad.
Soler profundiza en la función del Otro, esa figura inicial —padres, cuidadores, y figuras de autoridad— que establece las primeras normas y expectativas en torno al sujeto. Aquí, el Otro no es solo un referente, sino un “moldeador” de nuestra psicología. La autora examina cómo el lenguaje de ese Otro impregna nuestra manera de entender el mundo, a menudo en el nivel inconsciente. Para los psicólogos argentinos que trabajamos de forma virtual y otros profesionales de la terapia, este libro se convierte en una referencia ineludible para entender cómo las primeras relaciones se internalizan y emergen en las sesiones terapéuticas como síntomas, deseos y modos de goce, conceptos clave en el psicoanálisis.
Uno de los puntos destacados en este capítulo es el análisis de cómo el lenguaje y las prohibiciones se imponen al niño, estructurando la vida psíquica que permanece en la adultez. Soler señala que las palabras del Otro y las primeras reglas impuestas actúan como una base sobre la que el sujeto construye sus significados y reacciones emocionales, por lo que esta “huella” de la infancia sigue resonando en la vida adulta. Para el psicoanálisis, esto significa que la infancia no desaparece ni se supera completamente, sino que se convierte en una presencia constante que influye en la manera de percibirnos a nosotros mismos y de relacionarnos con los demás.
Otro tema abordado en el capítulo inicial es el concepto de goce. Soler explica cómo el goce se forma en el niño a través de la interacción con el Otro, incluyendo las restricciones y permisos, el amor y la frustración, que se le imponen. Este goce —un placer que puede implicar sufrimiento y exceso— persiste como una fuerza que impulsa al sujeto en la búsqueda de satisfacción, a veces en direcciones destructivas. Así, el libro de Soler ofrece a los psicólogos y terapeutas una clave para entender cómo estas primeras experiencias condicionan las elecciones y los deseos en la vida adulta, desde las relaciones hasta las manifestaciones de los síntomas.
“Lo que queda de la infancia” resulta ser una lectura esencial para cualquier persona interesada en la psicología y el psicoanálisis, así como para los profesionales en el ámbito de la terapia. Este libro, además de enriquecer la práctica clínica, brinda una mirada renovada sobre el rol de la infancia en la construcción de la subjetividad adulta, un tema relevante para cualquiera que busque entender el complejo vínculo entre lo que hemos sido y lo que seguimos siendo.
Reseña del libro por Psicólogos Online Argentina
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