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Modos de ver

  • Foto del escritor: PsicologosOnlineArgentina
    PsicologosOnlineArgentina
  • 17 jul
  • 3 Min. de lectura

Tapa del libro “Modos de ver” de John Berger, edición en español, que aborda la mirada, la cultura visual y su relación con la psicología y el psicoanálisis

Cuando abrimos Modos de ver, lo primero que John Berger nos invita a hacer es dudar de aquello que parece más obvio: la mirada. ¿Acaso ver es un acto neutro? ¿O es, más bien, un proceso cargado de historia, ideología y poder? Este libro despliega, con una sencillez que no por eso deja de ser profunda, un recorrido por las maneras en que hemos aprendido a mirar las imágenes, los cuadros y hasta los gestos cotidianos.


Berger no se limita a describir obras de arte. Nos muestra cómo la pintura europea de tradición renacentista no era simplemente un ejercicio estético, sino una forma de organizar el mundo según intereses sociales concretos: el poder masculino, la propiedad privada, la riqueza. A través de ejemplos visuales y de un lenguaje cercano, va mostrando cómo estas imágenes moldearon nuestro modo de percibir la realidad. Allí es donde este libro dialoga también con la psicología y el psicoanálisis: nos revela que la mirada no es inocente, sino que está atravesada por deseos, por fantasmas colectivos e individuales. Los psicólogos lo sabemos bien: toda percepción lleva consigo una interpretación, y esa interpretación nunca es pura.


El título, Modos de ver, resume esta idea central. No existe un único modo de mirar el mundo; hay modos, en plural, porque cada época, cada sociedad e incluso cada sujeto —desde su singularidad— configura la visión de manera distinta. El libro es casi una invitación a cuestionar lo que damos por sentado cuando decimos “ver”. Ver es siempre interpretar, es un acto cargado de historia y, por lo tanto, de poder.


Uno de los capítulos más reveladores trata sobre el cuerpo femenino en la pintura, donde Berger nos muestra cómo las mujeres eran representadas como objetos de contemplación masculina, no como sujetos de deseo propio. Al señalarlo, no se limita a una crítica estética: está mostrando cómo la cultura ha enseñado a generaciones a mirarse y mirar a otros bajo ciertas reglas. Esto, para quienes trabajamos en psicoanálisis, es fundamental, porque allí vemos cómo se construyen identificaciones, cómo se internalizan modos de relación y cómo esas imágenes pueden tener efectos subjetivos duraderos.

En esta misma línea, un punto de unión entre lo que plantea Berger y la clínica psicoanalítica es la manera en que se define, por ejemplo, lo que es un hombre y lo que es una mujer: no como datos biológicos cerrados, sino como construcciones simbólicas. De hecho, en este artículo de nuestro blog de psicología y psicoanálisis sobre la relación sexual se muestra cómo esas representaciones culturales inciden en la forma en que cada sujeto se enlaza con el otro, revelando que no hay una relación sexual “completa” sino modos de encuentro atravesados por lo simbólico ahí donde hay una falta de respuesta, una falta estructural.


Otro aspecto fascinante que desarrolla Berger es la irrupción de la reproducción técnica de las imágenes: cómo la fotografía, el cine y posteriormente los medios masivos alteraron de raíz nuestra relación con las obras. Un cuadro ya no se contempla únicamente en un museo; se multiplica en libros, pantallas y publicidades. Esto genera un desplazamiento de sentido: la imagen pierde su “aura” original, pero gana nuevas lecturas, nuevas interpretaciones posibles, y también nuevos usos ideológicos. Berger nos invita a preguntarnos qué sucede cuando una obra de arte es usada para vender un producto o para consolidar un ideal de belleza. La mirada se vuelve, entonces, un terreno de disputa cultural.


También es notable cómo se detiene en la relación entre imagen y propiedad. Las naturalezas muertas o los retratos de familia no son inocentes: son celebraciones visuales de lo que se posee. Berger revela que detrás de cada imagen hay una pregunta por el poder y el lugar del espectador. ¿Somos testigos neutrales o consumidores entrenados para desear? Este planteo resulta especialmente fértil para quienes nos interesamos por la psicología de la percepción y el deseo, porque muestra cómo las imágenes pueden capturar, dirigir o incluso modelar nuestras aspiraciones inconscientes.


En definitiva, Modos de ver no se lee solo: se mira, se piensa y se vuelve a mirar. En ese ejercicio uno descubre que las imágenes no solo reflejan el mundo, sino que lo producen. Y es allí donde Berger se vuelve tan actual: nos recuerda que nuestra forma de ver no es natural ni definitiva, sino una construcción que podemos interrogar y transformar.




Quienes deseen conocer más sobre cómo trabajamos desde el psicoanálisis en el espacio de la terapia online pueden explorar en mayor detalle nuestra orientación psicoanalítica, donde desarrollamos cómo entendemos el trabajo con la palabra y de qué manera estas reflexiones sobre la mirada, la interpretación y las representaciones —como las que propone Berger en Modos de ver— se enlazan con la práctica clínica cotidiana.



Reseña del libro por Psicólogos Online Argentina



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